lunes, 27 de enero de 2014

Manuel Ascencio Padilla y la guerrilla altoperuana

Entre los comandantes más intrépidos y valerosos de la lucha por la independencia americana en el frente del Alto Perú se encuentra Manuel Ascencio Padilla.
Quien junto a su esposa, Juana Azurduy, libraron el 4 de Marzo de 1814 la Batalla de Tarvita enfrentándose  a las tropas realistas de Benito López.
Los guerrilleros de Padilla y Azurduy  tenían una relación de 5 a 1 en contra y estaban mal armados en comparación con el ejército godo, se sabía que los realistas estaban bien organizados y eran muy disciplinados, no sería para nada una tarea fácil. La situación negativa no amedrentaría a los comandantes norteños. Con el conocimiento que López  avanzaba a paso firme hacia Tarvita, entonces no dudaron en enfrentarlos aun estando  en  clara desventaja.
Manuel A. Padilla
1774-1816
La táctica ideada por Padilla era la de emboscarlos en un desfiladero y sacar ventaja del factor sorpresa. Dos días estuvieron apostados y esperando a los realistas, dos días en el mismo lugar sin moverse, agazapados, clara muestra, si es que las hay, de valor y fe en la causa, de plena confianza en sus comandantes. La orden de Padilla fue clara, “Nadie se mueve hasta que el ultimo godo haya entrado en el desfiladero”. Y así fue, no volaba una mosca cuando el escuadrón de Padilla los enfrentó cara a cara y pese a la sorpresa, el ejército de López, bien entrenado y mejor armado como ya habíamos anunciado, resistió con estoica disciplina los embates de los defensores del norte. Esto no atemorizó a Padilla, quien ordenó la retirada y entonces el general López cometería el peor error que puede cometer un comandante, viendo que su ejército resistió firmemente y que eran superiores en número, no dudó en ordenar la persecución. El plan de Padilla llegaba a su punto de no retorno, en cuanto el ultimo realista entró en el desfiladero, en una perfecta maniobra de pinza los Húsares de Azurduy atacaron el flanco izquierdo y el escuadrón de Zarate por el derecho, inmediatamente los guerrilleros de Padilla los volvieron a enfrentar y el ejército de López, por más que estuvieran mejor entrenados y armados no pudieron resistir el ataque por tres frentes simultáneamente. Durante dos horas y media resistieron como pudieron pero fue imposible, entonces Benito López no tuvo mas alternativa que retroceder acosados por la guerrilla. Se refugiaron en la casa del cura de Tarvita, una casa grande, de anchas paredes y techo de paja. Los guerrilleros del Alto Perú rodearon la casa. Podían haber permanecido esperando que se acabaran los recursos y se rindieran por el hambre y la sed, pero prefirieron infligir un castigo mayor, el plan era que se rindan inmediatamente y así obtener un triunfo completo, con el ejército español caído en batalla, la moral de los realistas sufriría un golpe importante. En un primer intento atacaron a los hombres de López a campo abierto, descubiertos, pero al ver que los refugiados bien a cubierto respondían con bravura desde adentro de la casa y muchos guerrilleros habían caído a merced de las balas de fusil, se ordenó el alto el fuego. El segundo plan fue incendiar la casa obligándolos a huir del interior, pero entre la retirada de López, la reorganización del ejército revolucionario y la persecución, López antes de refugiarse mandó a sus hombres a cubrir el techo de paja con barro. Entonces Padilla ideó una tercera alternativa. Este plan era muy arriesgado pero daría resultado. Dio entonces la orden de mantenerse  apostados  y a resguardo hasta que él volviera y se perdió entre los caminos polvorientos de Tarvita. Cuando volvió ni Juana ni sus hombres entendían bien cuál era el plan ni qué había en el bulto de cuero que traía al hombro. Habló con sus hombres y les dijo que cuando el subiera al techo ellos debían disparar a las ventanas de la casa. Enseguida logró colocar una rustica escalera y trepándose dio la señal y empezó la balacera, con el ruido de los fusiles de los realistas no se escucharon los golpes que estaban perforando el techo. López solo ordenada que no dejen de tirar. Una vez que Padilla logró realizar un boquete suficientemente grande para que la bolsa de cuero lograra ingresar, la prendió fuego y la tiró, rápidamente cubrió el hueco con la paja y el barro que había sacado. La bolsa de cuero llena de ajíes prendida incendiada se convirtió en una bomba de gas lacrimógeno picante que fue imposible resistir. Entre vómitos, asfixia y lágrimas el ejército de López no tuvo más alternativa que rendirse mansamente ante los guerrilleros de Padilla y Azurduy.

Padilla y Azurduy sufrieron más derrotas de lo que muchos conocen en la guerra por la independencia de América, tanto así como 4 hijos.
Padilla siguió luchando en la zona alto peruana, con idas y vueltas, tuvo diferencias con otros caudillos norteños y con los jefes porteños que no lo apoyaban en su guerrilla y perjudicaban la defensa  de toda la región.
Fue asesinado el 14 de septiembre de 1816 junto con todos los guerrilleros apresados tras caer en la Batalla de La Laguna. El Coronel Aguilera expuso su cabeza en la plaza de este poblado clavada en una lanza.
El Gral. Belgrano en honor a sus servicios y sin saber que había sido asesinado lo ascendió a Coronel, al enterarse le dio el cargo de Teniente Coronel a Juana Azurduy, aquel Belgrano que no había aceptado toda la ayuda ofrecida por Padilla antes de la derrota de Ayohuma y que mas tarde le entregara su espada en reconocimiento de su error.

Juana Azurduy

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