domingo, 26 de enero de 2014

El Cautivo de Til Til


Mas de uno quizá se decepcione al leer con asombro que este Blog sobre historia Argentina le dedica su primer entrada a un extranjero, mas aun a un oriundo de Chile. Teniendo en cuenta nuestra "rivalidad" típica de hermanos que se llevan mal. Sin embargo creemos que es un justo homenaje divulgar esta historia ya que, cuando Chile no era Chile ni Argentina era Argentina, tanto los ideales de emancipación trasandinos como nuestros patriotas actuaron mancomunadamente para lograr la liberación del yugo de la corona española, sin siquiera pensar que años después estas naciones estarían a la vez tan unidas y tan distanciadas, pero esa es otra historia. La idea de este Blog es de alguna manera realzar los valores de aquellas personas que trascendieron todo tipo de frontera, una de ellas es sin dudas nuestro General José de San Martin, hombre probo y desinteresado, fundamental para nuestra historia y la de América Latina, pero reconociendo su humanidad, debemos convencernos que no podría haber realizado las proezas que todos conocemos sin colaboradores, Manuel Xavier Rodríguez y Erdoíza, fue uno de ellos y sin duda habría tenido una comunión de ideales con nuestro libertador ya que él lo eligió para una tarea fundamental en su plan de liberar Chile. Justificado ya el motivo de este escrito pasemos a la historia que es lo que nos interesa. Manuel Rodríguez es una figura legendaria, podría decirse "Emblemática",  en la historia de Chile y de América en las guerras de emancipación. Hombre acaudalado, abogado de profesión, diputado, secretario de guerra, capitán de Ejército y Director Supremo. Pero ninguno de todos sus cargos oficiales le dieron tanta fama como su trabajo en la clandestinidad, durante el periodo revolucionario de América. En múltiples ocasiones cruzó la cordillera de los Andes trayendo y llevando mensajes secretos de José de San Martín y preparando el terreno en Santiago para la ofensiva del Ejército Libertador. Entre 1815 y 1817 el gobierno de Chile pasó al Mariscal de Campo Francisco Casimiro Marcó del Pont;  quien había obtenidoo la Gobernación de Chile por influencias de su familia y gobernó con la más extremada violencia y mano dura.  

El ejército chileno decidió su retirada a Mendoza, cruzando los pasos cordilleranos de los Andes al mando del General O'Higgins . Junto a él emigraron los hermanos Carrera (de quienes ya contaremos alguna historia) y también Manuel Rodríguez. Apenas llegado a Mendoza, Rodríguez se incorpora a los preparativos de la Reconquista del territorio nacional y colabora con San Martin y Bernardo O'Higgins en el campamento El Plumerillo. Don José de San Martín, había concebido la idea que para asegurar la independencia de Las Provincias Unidas de Sur, era necesario liberar primero Chile y luego pasar al Perú por mar. Entonces acepta un plan de Manuel Rodriguez y le encarga la delicada misión de organizar clandestinamente la rebelión en Chile en contra del dominio español. San Martín (ni lerdo ni perezoso  vio en Manuel Rodríguez el emisario ideal y lo comisionó para ir a Chile a deslizar una pequeña fuerza en la retaguardia enemiga para mantener vivo el espíritu de la insurrección en las poblaciones trasandinas. Mientras San Martín y O'Higgins organizaban un ejército para cruzar los Andes y liberar Santiago, encargaron a Manuel Rodriguez iniciar dicha serie de actividades guerrilleras que inquietaran a los españoles y levantaran la moral patriota. Básicamente la tarea consistía en no dejar que se durmiera la revolución y mantenerla activa. 



Manuel Rodríguez era robusto, bien parecido, dotado de una gran simpatía y bien formado, tenía un valor a toda prueba, elocuente, astuto y audaz. 
Estas cualidades lo acompañaron siempre en sus acciones de guerrilla contra los realistas. Normalmente hostigaba a esas fuerzas dejando innumerables testimonios de coraje e inteligencia militar. su audacia le permitía eludir las fuerzas realistas y asestar certeros golpes en San Felipe, Santiago, Melipilla y San Fernando. Otras veces cruzaba por el Paso del Planchón. 

Cuenta la historia que una vez, cuando "el guerrillero", como lo llamaban a Manuel Rodríguez, se hallaba con el hacendado Eulogio Celis concertando un plan para armar a los montoneros, una partida realista se aproxima a la casa. Rodríguez sin saber como ocultarse y ya sin chances de escape se mete en un cepo que tiene Celis, por su calidad de subdelegado, para castigo de ebrios y maleantes  haciéndose pasar por un pobre hombre. Los soldados realistas registran la casa y se detienen junto al cepo, el oficial da unos puntapiés al insensible borracho dándole órdenes a Celis de soltarlo cuando se le pase la borrachera.
Muchas son las peripecias que la sabiduría popular ha convertido en verdaderas leyendas que lo tienen como protagonista. Se cuenta que, perseguido por tropas realistas, se refugió en el convento de Apoquindo de los frailes dominicos, y que disfrazado de monje, condujo a sus perseguidores por todas las dependencias del recinto.  

Entre 1815 y 1817, Manuel Rodríguez logra llevar el desorden entre las tropas realistas y organiza una red que cada tanto aparecían y desaparecían como por arte de magia asestando golpes al ejercito español. El guerrillero era muy escurridizo. Su osadía llegó al punto de vestirse de mendigo y abrirle la puerta del carruaje al mismísimo Casimiro Marcó del Pont a la salida de un edificio y además recibir una moneda por el servicio de parte del gobernador, quien ya había puesto precio a su cabeza. Con esta acción la figura de Rodriguez adquiere título de leyenda y como todos sabemos las leyendas trascienden en la tradición oral de los pueblos. Rodriguez ya no era solo genio militar sino que ademas se convertía en una especie de Robin Hood por su simpatía y audacia.

En enero de 1817, Rodríguez perpetra sus últimas hazañas. Con ochenta hombres cae sobre Melipilla y se apodera de los fondos recaudados por "contribuciones" forzosas, botín que reparte entre sus hombres, para que puedan alimentar a sus familias. 

Rodríguez siempre tuvo un carácter apasionado y esto le acarreó algunos problemas. En 1817, ocupó San Fernando y cambió a las autoridades locales, hecho que no fue aceptado por el gobierno. Hilarión de la Quintana, Director Supremo interino en ausencia de O'Higgins, ordenó su detención acusándolo de preparar una conspiración en favor de José Miguel Carrera. Tras algunos meses en prisión, fue liberado por orden del General San Martín, quien lo nombró auditor de guerra del Ejército. Este hecho evidencia el aprecio y respeto que le tenía y evidentemente aun no habían terminado sus planes para con Rodriguez.

Rodríguez se encontraba en Santiago cuando a la capital llegó la noticia del Desastre de Cancha Rayada (1818). Alentó a todo el mundo con el grito de "¡Aún tenemos patria, ciudadanos!" y organizó un nuevo escuadrón militar, los Húsares de la Muerte. Durante 48 horas ejerció como interino, y por designación popular, el cargo de Director Supremo, gesto que se consideró peligroso para el gobernante titular.

Una vez que retornó la tranquilidad tras la Batalla de Maipú (5 de abril de 1818), se ordenó la disolución de los Húsares de la Muerte y Rodríguez fue detenido en el cuartel de San Pablo, de donde fue sacado el 25 de mayo de 1818. Se dijo que era para ser trasladado a Valparaíso y que allí se formalizaría su deportación. Sin embargo, al llegar a las cercanías de Til-Til, fue asesinado y su cuerpo enterrado en la capilla de esa localidad. Los custodios alegaron que había tratado de escapar. Nosotros creemos que este personaje se habia tornado peligroso por su ascendencia con los ciudadanos y capaz de influenciar una revuelta interna.
Con su muerte, Manuel Rodríguez se transformó en una suerte de héroe romántico de la independencia de Chile, una leyenda popular que permanece hasta hoy. Murió cuando sólo tenía treinta y tres años de edad. Su figura, romántica y popular, se convirtió en un mito que ha inspirado tanto a poetas y compositores chilenos, como a cineastas, constituyendo el tema de la primer película del cine chileno "El húsar de la muerte" (Año 1925). 
Como bien entendemos, este es un personaje que no solo nos cae simpático sino que a la vez cuenta con una importante participación en la concreción de los planes libertadores de nuestro Gral. San Martin. Al menos nos gusta pensar eso.

Manuel Rodriguez Erdoíza  (1785-1818)



"El Cautivo de Til Til"-Soledad Pastorutti




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